sábado, 8 de febrero de 2014
Ya no sabes si llueve...
Llueve. Llanto del cielo que se derrama sobre tu soledad, amiga…
La tarde de primavera se ha convertido en invierno, esfumando en gris las siluetas que pasan.
Estás triste. Los recuerdos acuden, implacables. Los malos recuerdos de las malas horas vividas.
Cada cosa se desdibuja en la calle, mientras contemplas la lluvia desde ese rincón tibio de tu cuarto que se abre en la ventana plateada.
Pasó una mujer… Una mujer triste como tú. Como tú, solitaria. Pasó una niñera con su cochecito. Pasó un anciano…Pasó una pareja de enamorados…
De pronto oíste reír. Y fue como si el cielo se abriese y un retazo azul, brillante, se inclinara sobre tu ventana.
Alguien llegó en ese momento a tu casa. Alguien que destruía la soledad, que deshacía la nostalgia.
Ya no sabes si llueve. Ya no sabes nada. Te sientes feliz, rodeada de sol, rodeada de vida porque el amor ha venido a tu vera, amiga...
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