¿Qué sueñan tus jóvenes años, pequeña, mientras escatiman confidencias a tu diario?
¿Qué derrotero sigue esa imaginación tuya que borda arabescos de luz y rosas de grana en el corazón?
Rosas como las que han quedado sobre tu mesa. Homenaje tímido, de un amor tímido que tuvo miedo a las palabras.
¿Sabes tú qué es el amor? Para ti es esa rosa encendida que alguien te hizo llegar esta mañana. Para ti es ese poema que leíste un día y al que hoy, recién hoy, comienzas a encontrar sentido.
¿Qué te llevó a buscar de nuevo la magia del poema romántico? ¡Quién sabe! No lo puedes explicar. Fue un impulso, ese impulso que aquieta las confesiones en tu pluma porque nadie, ni tu diario, debe saber que hoy es un día distinto para ti.
Allí te has quedado, absorta. No sabes qué escribir. Los giros del poeta retornan en música a tus oídos y la rosa encarnada se agosta, dulcemente, sobre tu mesa.
Una sonrisa cálida curva tus labios entreabiertos. Una sonrisa que repiten tus ojos. Y, sin embargo, hay un poco de melancolía en tu expresión…
¿Qué sueñan tus jóvenes años, pequeña?… No lo sabes aún. No lo presientes siquiera. Estás allí, suspendida entre una sonrisa y una lágrima; nada más.
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